Poesía de Tordueles

 

El olmo ya no tenemos

Ingrato cardo

Tordueles ya no es Tordueles

 

El olmo ya no tenemos

El olmo ya no tenemos
Para adorno de nuestra plaza, y nunca más tomaremos
La sombra qué nos brindaba.

En una tarde de Junio
De este año 54,
vimos con grande disgusto
que el olmo se vino abajo. 

Juguete fue de chiquillos
En varias generaciones,
Refugio de pajarillos
Y orgullo de los mayores.
Bajo su frondosidad
El templete colocaron
Y en él músicos tocaron
Canciones de actualidad.

Como sello figuró
Hasta en el ayuntamiento
Y a las aves guareció de la lluvia
Y fríos vientos.

Gratos recuerdos que deja
Mientras su vida perduró
Y al morir cuentos de viejas
Llevase a la sepultura.

Un disgusto con su muerte
A todos nos ha causado,
Pero hemos de agradecerle que a nadie hizo el menor daño.

Yo ruego de corazón
A los que aquí me escucháis, dedicarle una oración
Para que descanse en Paz.

Justo Blanco,  Tordueles, 5 de Junio de 1954

 

Ingrato cardo

Ingrato cardo,
que naciste entre sembrados.
cuántas llagas tú rompiste
y pinchaste a muchas manos.

En una lucha continua
contigo está el campesino, porque no dejas crecer
 las cebadas ni los trigos.

Hoces, garillos y lugas
en plena revolución
por mucho que te resistas
han de ser tu perdición.

Y..,no digas que es de ingratos
el atacar a inocentes
porque es mucho el daño que haces
y en muchos sitios te metes.

No te metas en sembrados
métete en las malas hierbas
y así evitarás
que te declaren la guerra.

 Justo Blanco  

 

Tordueles ya no es Tordueles

Tordueles ya no es Tordueles
Tordueles ya no es lo que era
Desde que llegó la orden
De canalizar la vega

Justo Blanco

 

 

A mi pueblo vacío

Tan liviano,

tan ligero, tan tenue,

 tan fugaz,

como la brisa

de los campos solitarios

de mi pueblo, tan vacíos y llenos

de triste soledad.

Clemente Nebreda Blanco

 

 

Tordueles infinito

Paseo por mi pueblo

   buscando instantes

que dibujan sus paisajes,

buscando colores, emociones,

que dejan descubrir

esos instantes,

esos momentos, si,

instantes y poemas

de una belleza, e infinita soledad.

  Clemente Nebreda Blanco

 

 

    A tierras mojadas

Tardes de paseo y de tormenta

de la entrañable humedad de la tierra mojada,

tardes de paseo

de cielo encapotados,

de sus nubes, de sus formas,

de la vida, que regalan.

Tardes de paseo

acompañado de tierras de girasoles.

Son sus olores, son sus colores

que me hacen sentir bien.

Clemente Nebreda Blanco 

 

 

 

    Cuando la tormenta se alejaba

Mi mirada la seguía

como se alejaba,

aún retumba en mis oídos su voz, su imponente grito,

para mi, lleno de pasión.

Su calida y profunda humedad

la siento tibia, pero intensa a la vez,

aún la puedo oler

sentir, en el bello de mi piel.

Cuando la tormenta se alejaba

yo la seguía, la extrañaba.

  Clemente Nebreda Blanco 

 

 

Mi pequeño pueblo, Tordueles

Me gusta mi pueblo, pequeño

Tordueles donde nací.

Me gustan sus sus paisajes, sus rincones,

sus lugares y sus gentes.

Cada día, cada nuevo día

cada uno de esos rincones, pequeños,

me hacen descubrir sensaciones nuevas, profundas,

sensaciones distintas llenas de belleza.

Son sus colores,

que me hacen sentir bien.

Clemente Nebreda Blanco

 

 

En la era de mi pueblo

En la era de mi pueblo

crecen mantos de colores,

de sentidos y vivos colores.

Esta vez fueron las amapolas

para acompañar cielos limpios, ó, ahora encapotados, si,

cielo que se desgarra

con la entrañable fuerza de la tormenta.

En la era de mi pueblo

crecen mantos de colores,

esta vez fueron las amapolas

llenas de un precioso verde en sus tallos,

y en sus flores

de un esplendoroso rojo pasión.

Clemente Nebreda Blanco

 

 

A nuestra tierra, a nuestros pueblos

Nuestra tierra, nuestros pueblos

pequeños lugares para vivir,

para dejarse llevar, para imaginar,

para sentir, para oler,

para respirar, para mirar,

para andar, para disfrutar,

para mimar y cuidar,

para sudar su esfuerzo,

su desgarrado y vacío silencio.

Nuestra tierra, nuestros pueblos

pequeños ,si,

pero grandes lugares, enormes,

para crear, vivir y amar.

Clemente Nebreda Blanco

 

 

El silencio ahogado

De esta tierra

de sus campos,

de sus gentes

del vacío que siente

al oír el poder del viento,

al escuchar el poder desgarrado de su silencio.

Clemente Nebreda Blanco

 

 

El Enebro de la M

Cuando levanto la mirada

siempre lo veo a él,

sus recuerdos, el tiempo pasado,

nostalgia por historias casi olvidadas.

Cuando llego arriba,

cuando estoy a su lado,

miro al horizonte

y me dejo llevar,

y lo que veo es inmenso, infinito,

lleno de nuevos momentos

por descubrir y compartir,

desde el Enebro de la M.

Clemente Nebreda Blanco

 

 

Días de lluvia

Me gustan los días de lluvia,

son tristes, si, lo sé

pero me gustan.

Me gustan sus colores, sus olores,

el color y el olor a tierra mojada

el aroma que envuelve su cuerpo,

son sensaciones que me cautivan,

que me evaden

y me hacen sentir bien.

Me gustan los días de lluvia,

son tristes, si, lo sé,

pero me gustan.

Clemente Nebreda Blanco

 

 

Sosegado y en calma

Tarde de paseo sosegado y en calma,

tarde de paseo

hasta la encina de David, la encina de el  Carrascal.

Tarde de sosegado paseo, en calma,

con el sonido del viento,

del silencio, de el murmullo de la tierra,

por los campos del Arlanza.

Clemente Nebreda Blanco

 

 

Tierra del Arlanza

Son estos, sus campos,

es esta nuestra tierra.

son su brisa, su aire,

su olor,

son sus sonidos y sus silencios,

son sus colores...

que me hacen sentir bien.

                                      Clemente Nebreda Blanco   Subir